Librería: hogar para el lector
¡Qué placer! Oler a cultura. Pasear por pasillos llenos de sueños. Tomar una decisión que nos lleva, innegablemente, a un crecimiento personal. Pagar un artículo con la certeza de que, en él, descubriremos un nuevo mundo. Así: con esa incesante sensación de paz, nos movemos por las librerías.
El año pasado algunos titulares de las principales cabeceras españolas ponían de manifiesto que el sector librero está sufriendo una profunda crisis: no solamente la económica, sino que también la generada por las ventas online y por la pérdida de lectores habituales (recordemos la caída del consumo de bienes culturales en España, que en solo seis años se ha reducido un 27%). Tanto es así que, de hecho, según los datos, el año pasado murieron más de 900 librerías en nuestro país. Un panorama crítico que presentó la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL). Estos datos no solamente ponían de manifiesto el desprestigio de los libros en nuestro país, «sino también la falta de políticas adecuadas para la lectura por parte del Gobierno, a mejores campañas de márketing», además de otros motivos.
La historia entre papel
Algunos proyectos relacionados con el sector del libro nos dejan con la boca abierta cada vez que contamos sus años y la calidad que les ha caracterizado, su alma, su razón de existir. Un ejemplo es la Librería Gil, fundada en Santander en 1967. Paz Gil es la hija de los fundadores: Ángel Gil y Florentina Soto.
El proyecto comenzó siendo una pequeña librería, de apenas 30 metros cuadrados. Esta segunda generación, los cuatro hijos de Ángel y Florentina, ha querido mantener la esencia y, por eso, siguen siendo «una librería de fondo, con interés concreto en la narrativa, el ensayo y la poesía» y apoyan a las editoriales independientes y alternativas. El paso de los años les ha impulsado a especializarse en literatura infantil y juvenil.
En una reciente entrevista en el periódico ABC, Paz Gil, una de las hijas de los fundadores y la artífice del proyecto actual, explica que su preocupación es «descubrir y aportar un amplio fondo de títulos y editoriales». Así, con los 50 años de historia con los que cuenta la librería, han «conseguido confirmar una red cultural y social» porque «una buena librería depende de sus buenos lectores».
Premiando a los mejores
El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, junto con otras instituciones relevantes, ha desarrollado un plan estratégico que integra a las principales asociaciones del sector del libro. A finales de 2015,nueve establecimientos recibieron un Sello de Calidad de Librerías que «distingue, incentiva y premia la excelencia en la actividad librera». Conseguirlo no es fácil: se ha evaluado la pluralidad bibliográfica, el fondo, las actividades culturales que llevan a cabo, la relación con otros agentes, las prescripciones que realizan…